miércoles, 27 de mayo de 2015

EL NUEVO MAPA DEL TIEMPO (QUE NOS TOCA VIVIR).

Cuando era pequeña y en la televisión de mi casa salía la información meteorológica, al finalizar las noticias, no entendía por qué mis padres cambiaban de canal para volver a escuchar el tiempo si ya lo habían visto en el anterior, total, para oír lo mismo dicho de manera diferente o, tal vez, para ver si esa cadena decía o no otra cosa, con lo que entonces resultaba muy difícil saber a quién creer. Suerte que solo había dos canales. 
Y, mientras estaba el tiempo, no estaba permitido hablar y casi no se podía ni respirar.
Cuando crecí me resultaba igualmente incomprensible esa fijación, si bien ahora se regodeaban con un recorrido aún mayor pues el número de canales había crecido y en todos, después de las noticias, estaba el tiempo. 
Y mientras duraba la emisión seguía sin estar permitido hablar y casi no se podía ni respirar.
Cuando me casé creí librarme de la pesadilla y, pasado el viaje de novios, durante el que no vi la televisión, cuál no fue mi sorpresa que oí a mi marido gritar —todavía con las llaves en la mano, que acababa de llegar a casa—: ¡Calla! ¡Calla! ¡El tiempo!
Hoy, mientras el hombre o la mujer del tiempo dicen si va a hacer sol o va a llover —que aquí también se hace el recorrido y se cambia de canal—, tampoco puedo hablar y casi no puedo ni respirar.
Hace dos días, con motivo de las recientes elecciones políticas, he visto en un periódico un mapa de España en el que llamaba la atención el tono de las comunidades, de las ciudades y hasta de sus municipios, y al verlo todo con ese color tan cálido, tan rojo, he pensado: suben las temperaturas. 
Los del tiempo han pronosticado sol no solo para hoy sino para toda la semana. A pesar de ello, y sin nubes en el horizonte, parece que va a haber rayos, truenos y centellas.




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