No me engañes, sé que al leer el título has recordado a alguien.
Que en tu cabeza se ha formado la imagen de esa persona a la que solo un
adjetivo como este puede definir, si es que de alguna manera se puede.
Y sabes que no me refiero al nivel
económico, ni a los coches caros, ni a sus casas, ni a esa belleza con la que a
algunos parece que Dios se recreó esculpiendo, sino a esa otra grandeza: la que
viene de dentro. Me refiero a ese "don" con el que algunas personas
han sido tocadas, a esa luz que destilan y contagian. A esa alegría, a esa
sonrisa inmutable de la que bien se podría pensar que es perenne, ajena a las
inclemencias. Y no es así.
Sí, también ellas caen, pero siempre se
levantan. Y con ellos levantan a todos cuantos tienen a su alrededor: son
fuertes y valientes.
Estas palabras, breves y no del todo
explícitas -que los sentimientos son para vivirlos, no para escribirlos-, están
dedicadas a una persona. Y, aunque en esta ocasión estén dedicadas solo a ella,
bien podría poner los nombres y apellidos de otras tantas.
Tenemos suerte de tener personas así cerca
de nosotros.
¡Ánimo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario