Todos, en alguna ocasión, hemos vuelto la vista hacia atrás y
recordado el niño que un día fuimos, el niño que algunos, todavía hoy, tenemos
la suerte de guardar dentro de nosotros y del que no queremos desprendernos,
pues sus ojos siguen mirando el mundo con una inocencia que nosotros ya hemos
perdido, que se sorprende de lo que a nosotros ya nada asombra y que nos dice
que lo más bonito, siempre, está en lo más sencillo.
Y es en el momento en el que llegamos a la edad adulta cuando
valoramos de verdad lo que hemos tenido en la infancia, y nos alegramos de
poder sacar y desempolvamos todos los recuerdos que hay en ese magnífico
músculo que es el corazón, como si de una maleta llena de papeles se tratara. Y
nos basta con saber que hemos sido felices: nos es suficiente con ver que esa
sonrisa se extiende no ya de oreja a oreja sino que ocupa el ancho de la
fotografía entera y toda el alma.
Las imágenes que hay en mi memoria están llenas de luz, de la que
desprende ese gran foco que alumbra la pista central de un circo. Todavía
escucho mis gritos y aplausos junto con los de otros niños cuando salían los
payasos, ingenua de mí, sin sospechar que uno de ellos era mi padre. Y gritaba
y aplaudía cuando no lo sabía y cuando ya lo supe gritaba y aplaudía todavía más.
Y según pasan los años grito más fuerte a ese payaso para el que el paso del
tiempo no disminuye sus fuerzas, porque hacer reír a los niños es su motor de
vida: ¡¡Killooo!!
Desde muy pequeña he visto como se pintaba la cara con la atención
que requiere lo que es muy importante. Y entre los trazos de esos lápices sobre
su piel, como en una cuartilla, está escrito que la risa es la musculatura del
alma, que la propia felicidad se encuentra en la felicidad de los demás, y que
si bien a veces no es fácil reír, siempre merece la pena intentarlo, porque
aquel que tenemos delante tal vez lo puede necesitar más que nosotros.
Y el resorte de unas mágicas palabras nos levanta del sitio:
—¿Cómo están ustedes?
—¡¡Biennn!!
—¡Más alto! ¡Que no os oigo! ¿Cómo están ustedes?
—¡¡¡Biennn!!!
—¡Más alto! ¿Cómo están ustedes?
¡Gracias por hacernos reír!
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